Un enemigo involuntario del patrimonio, siempre han sido las palomas, sus nidos y sus corrosivos excrementos. Es normal que para proteger las fachadas y ornamentos de los edificios históricos se utilicen mayas, redes y esas antiestéticas y amenazantes púas.
En la Catedral de Murcia, las hornacinas y los santos que las habitan, están protegidos por estas defensas. Solo hay en todo el mundo una paloma a la que se le ha dado indulgencia para que habite en esta fachada murciana. Pero no desde ahora, sino
La Junta de Portavoces del Parlamento Catalán, ha aprobado una declaración a favor de la lengua catalana.

En estos días de calor insoportable que estamos padeciendo en Murcia, me viene a la memoria uno de los más conocidos escritores de todos los tiempos que también sufrió el calor murciano. Hablo del danés Hans Christian Andersen; autor de El Patito Feo o La Sirenita, entre otras obras.

