El Teatro Circo de Murcia era eso mismo, un teatro y un circo a la vez. Montado al más puro estilo parisino por el empresario Enrique Villar y construido por el arquitecto Justo Millán, muy conocido en Murcia por haber levantado la Plaza de Toros, el Teatro Romea y el Hospital Provincial.
Su construcción se inició allá por 1891 y durante ésta se encontraron 13 monedas antiguas y un escudo de piedra que fueron entregadas a la ciudad.
A finales de ese mismo año se terminó la cubierta, motivo que fue festejado por los albañiles y la familia Villar comiéndose juntos un buen arroz.
El 5 de noviembre de 1892, el lugar abrió sus puertas al público pero no como Teatro (aún no tenía escenario), sino como Circo.
Al estar al lado de la acequia de la calle Caravija permitió espectáculos curiosos como el celebrado en diciembre de 1892. Unas nadadoras ofrecieron a los murcianos sus ejercicios en el agua turbia de la acequia.
Igual de extraordinaria fue la celebración en 1899 en el teatro de una corrida de toros. O encuentros deportivos, como el Campeonato de Esgrima de España en 1900 y veladas de boxeo.
También funcionó como cine a inicios del siglo XX y llegó a ser conocido como “Palacio de la Cinematografía”. De hecho, fue el Teatro-Circo el local elegido para la presentación del cine sonoro en Murcia. Fue el 15 de mayo de 1930 con la proyección de la película: “El loro cantor”.
Numerosos políticos celebraban sus mítines en el Teatro Circo. Entre otros: Canalejas (1902), Lerroux (1910), Onésimo Redondo (1935), Gil Robles o La Pasionaria (1936).
Tras décadas de servicios a la ciudad los tiempos cambiaron y el Teatro Circo cerró sus puertas en los años 80. Parte de su entorno fue utilizado para construir un edificio, pero la mayoría del inmueble se salvó. Convertido en patrimonio municipal y rehabilitado por el Ayuntamiento, reabre sus puertas para escribir una nueva página de la historia de Murcia.