Emilio Pérez Piñero (1935-1972) es uno de esos murcianos universales poco conocido en su tierra. Aunque nacido en Valencia, creció y desarrolló toda su obra en Calasparra.
De pequeño se fabricaba sus propios juguetes, cosa que le ayudó a desarrollar una imaginación imprescindible para articular sus proyectos. Este arquitecto se ganó la admiración de Dalí, realizó estructuras que nadie pudo continuar y fueron requeridos sus servicios por la NASA y la Armada norteamericana.