Es curioso, y al mismo tiempo inquietante, ver como historias y noticias de antaño son perfectamente válidas en estos tiempos de crisis que vivimos. Ya para muestra un botón.
En 1924, España se encontraba en plena dictadura de Primo de Rivera y la situación tanto política como económica no era muy esperanzadora. Por aquel tiempo, el ministro Calvo Sotelo, quiso dar mayor autonomía y democracia a los ayuntamientos españoles.
Se estableció un nuevo sistema para elegir a los concejales: 2/3 partes de estos serían elegidos directamente por el pueblo y el tercio restante de forma corporativa. El alcalde lo nombraría directamente el Cabildo Municipal.
Esto gustó, pero para reforzar los presupuestos y procurar a los ayuntamientos un mayor desahogo económico, se decidió crear nuevos impuestos. Las revueltas campesinas saltaron por todo el país. Los huertanicos murcianos lo tuvieron claro: una cosa son los derechos y libertades y otra que nos toquen los caudales… En Murcia las revueltas más fuertes se produjeron en El Esparragal y Santomera. Donde se llegaron a atacar a los funcionarios municipales con hoces y picas.
Al final, como suele pasar casi siempre, los de arriban mandan y los nuevos impuestos se impusieron, nunca mejor dicho… Lo cierto es que los ayuntamientos aumentaron sus ingresos considerablemente. Por ejemplo el de Murcia, pasó de 1,5 millones de pesetas a 3,5 millones en 1929.
Pero también es cierto que años más tarde, se inspeccionó la labor llevada a cabo por los municipios durante la Dictadura. Se comprobó que los ayuntamientos habían ido en sus programas de obras públicas mucho más allá de sus posibilidades, habían facturas sin pagar por doquier… lo que implicó que la administración municipal se quedara incapacitada durante mucho, mucho, mucho tiempo… ¿A alguien le suena esta historia?
fuente: La Región de Murcia y su Historia. Conservadurismo y caciquismo murciano. Francisco Flores Arroyuelo.